Cosas que Dios no nos pidió que hiciéramos (de nuestra adoración del 24/11/24)
Mira la versión en video aquí:https://youtu.be/oSTcmMx3x48
Transcripción:
Si te preguntara cómo estás hoy, ¿cuál sería la palabra que probablemente usarías para responder? "Bien." ¿Alguna vez te has preguntado de dónde viene esa palabra? Hay palabras que simplemente usamos y aplicamos a tantas cosas, que ni siquiera nos detenemos a pensar en su verdadero significado. Es como cuando alguien pregunta:
— ¿Cómo estuvo tu día?
— Bien.
— ¿Cómo ha estado tu semana?
— Bien.
— ¿Cómo estuvo esa comida anoche?
— Bien.
— Bien.
— ¿Cómo ha estado tu semana?
— Bien.
— ¿Cómo estuvo esa comida anoche?
— Bien.
Es como si aplicara para todo. Pero si le preguntaras a alguien qué tipo de vida quiere llevar, probablemente te respondería, si lograran resumirlo en una frase:
— Quiero llevar una vida buena.
Y esta mañana te pregunto, ¿qué significa eso? Busqué en Google qué significa "la buena vida". La respuesta resumida fue algo así:
"La buena vida es un estado de felicidad y bienestar que puede definirse de muchas maneras: comodidad y lujo, vivir con pocos problemas o preocupaciones, actividades significativas, relaciones, comunidad, virtud, bondad moral, equilibrio, y oportunidad."
Y, al final, decía:
"El significado de 'bueno' puede variar de persona a persona. Muchas religiones también conciben la buena vida en términos morales como una vida según las leyes de Dios."
Ahora, no creo que sea una coincidencia que, al buscar "¿qué es la buena vida?", lo primero que aparezca sea "comodidad y lujo", y lo último sea "Dios".
Si digo la frase "bueno y..." ¿qué palabra sigue? "Fácil". Ni siquiera pensamos en "bueno y difícil". ¿Quién querría una vida que sea buena y difícil? Nadie, ¿verdad? "Bueno y fácil" parece ir de la mano. Y entiendo por qué estas cosas están en la lista: queremos que las cosas salgan como deseamos, que sean cómodas y fáciles. Pero querer algo no lo hace realidad.
Entonces, ¿cómo llevamos una buena vida? Creo que la respuesta está en el libro de sabiduría de la Biblia. Tomen sus Biblias conmigo esta mañana y vayan a Proverbios capítulo 3. Este es un libro en el que un padre escribe a su hijo, tratando de enseñarle sabiduría y evitar que cometa los mismos errores que él.
Proverbios 3:1-4 dice:
"Hijo mío, no te olvides de mi enseñanza, y tu corazón guarde mis mandamientos; porque largura de días y años de vida y paz te añadirán. Nunca se aparten de ti la misericordia y la verdad; átalas a tu cuello, escríbelas en la tabla de tu corazón, y hallarás gracia y buena opinión ante los ojos de Dios y de los hombres."
¿No suena eso como una buena vida? Pero, ¿cómo la obtenemos? A medida que seguimos leyendo en Proverbios 3, el escritor nos dice cómo hacerlo. Sin embargo, esta mañana quiero enfocarme no tanto en lo que debemos hacer, sino en lo que no debemos hacer. Porque muchas veces, el enemigo de lo que debemos hacer es lo que no deberíamos estar haciendo.
Por ejemplo, Proverbios 3:5 dice:
"Confía en el Señor con todo tu corazón y no te apoyes en tu propia prudencia."
¿Quieres una buena vida? Tienes que confiar en Dios. Pero el mayor enemigo de confiar en Dios es confiar en ti mismo. Cuando confío en mí mismo, estoy sacando a Dios de su lugar de autoridad y poniendo mi fe en mí mismo, lo que nunca resulta bien.
El siguiente paso está en Proverbios 3:6:
"Reconócelo en todos tus caminos, y Él enderezará tus veredas."
Dios no me llamó a enderezar mi propio camino. Él ya lo ha preparado; mi tarea es seguirlo.
Otro ejemplo está en Proverbios 3:7-8:
"No seas sabio en tu propia opinión; teme al Señor y apártate del mal. Esto será medicina para tu cuerpo y refrigerio para tus huesos."
Ser sabio en nuestra propia opinión nos hace necios espiritualmente. No podemos justificar el pecado basándonos en nuestra propia sabiduría.
Finalmente, en Proverbios 3:11-12:
"Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, ni te ofendas por su reprensión; porque el Señor reprende a quien ama, como un padre al hijo en quien se deleita."
Dios nos corrige porque nos ama. Ser cristiano es un proceso continuo de transformación. No podemos endurecer nuestro corazón hacia la disciplina de Dios.
En esta época de acción de gracias, reflexionemos no solo en lo que Dios nos ha dado, sino también en lo que no nos ha pedido hacer: no nos pidió enderezar nuestro camino ni apoyarnos en nuestra propia comprensión. Solo nos pide que confiemos en Él.
Si necesitas ayuda hoy, no salgas de aquí sin buscarla. Dios te ama, y estás rodeado de personas que también te aman.